En 2025, más de 40 ADC están en desarrollo clínico para esta enfermedad, el octavo tipo de cáncer más frecuente en las mujeres, una patología heterogénea con al menos cuatro subtipos histológicos diferentes.
Los ADC se suman a los fármacos inhibidores de PARP (iPARP) que han revolucionado el tratamiento del cáncer de ovario avanzado.
La identificación de nuevas dianas y la personalización de los tratamientos permitirán una mejor selección del tratamiento para las pacientes.
Madrid, 8 de mayo de 2025.- Los anticuerpos conjugados dirigidos (ADC) frente al receptor de folato-alfa están demostrando un gran potencial en el tratamiento de los tumores de ovario pretratados con platino. El receptor de folato-alfa se encuentra sobreexpresado en un alto porcentaje de tumores de ovario y se ha identificado como una potencial nueva diana terapéutica para la que hay en desarrollo actualmente múltiples fármacos, algunos ya en fase III. De hecho, en 2025 más de 40 ADC están en desarrollo clínico para esta enfermedad.
Los ADC se suman a los fármacos inhibidores de PARP (iPARP) que han revolucionado el tratamiento del cáncer de ovario avanzado, especialmente en pacientes con mutaciones BRCA o alternaciones genómicas concretas, tanto en recaída como en el tratamiento de primera línea. El impacto en supervivencia es claro en pacientes con mutaciones BRCA de línea germinal, junto con una mejoría de la calidad de vida. Estos avances representan un cambio de paradigma en el manejo de la enfermedad.
En el marco de la campaña de comunicación “En Oncología cada AVANCE se escribe en Mayúsculas”, SEOM da a conocer la evolución y los avances médicos que se han sucedido en estas últimas décadas en el tratamiento de los diferentes tumores. Coincidiendo con el Día Mundial del Cáncer de Ovario que se celebra hoy 8 de mayo, destacamos a continuación los avances más importantes en cáncer de ovario.
El cáncer de ovario es una enfermedad de mal pronóstico. Es la principal causa de muerte por tumores malignos ginecológicos en el mundo occidental. Varios factores influyen en la alta mortalidad de esta neoplasia, pero el más determinante es que la mayoría de pacientes (70-80%) se diagnostican en estadios avanzados de la enfermedad debido a la dificultad en el diagnóstico precoz.
Según los últimos datos ofrecidos por el Informe de SEOM Las cifras del cáncer en España 2025, la estimación de nuevos casos en nuestro país de esta enfermedad para el año 2025 es de 3.748 casos, lo que la posiciona como el octavo tipo de cáncer más frecuente en las mujeres.
En el campo de la prevención, en 2024 se anunció que investigadores de la Universidad de Oxford han desarrollado OvarianVax, la primera vacuna preventiva contra el cáncer de ovario, dirigida especialmente a mujeres con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2. La vacuna todavía tiene que demostrar en ensayos clínicos en humanos su eficacia en los próximos años.
En la actualidad, sabemos que es una enfermedad heterogénea. Existen al menos cuatro subtipos histológicos que se comportan de forma distinta, tanto en frecuencia como en pronóstico, y diferentes subtipos moleculares. La identificación de nuevas dianas (deficiencia de la recombinación homóloga o HRD) y la personalización de los tratamientos permiten una mejor selección del tratamiento para nuestras pacientes.
El tratamiento estándar del cáncer de ovario avanzado consiste en la realización de una cirugía con el máximo esfuerzo citorreductor, ya que lograr la resección de todo el tumor visible es uno de los principales factores pronósticos en esta enfermedad. En función de una serie de criterios clínicos, se administra un tratamiento de quimioterapia previo y/o posterior a la cirugía con carboplatino y un taxano, habitualmente paclitaxel. Aunque los resultados del tratamiento primario han mejorado gradualmente, aproximadamente la mitad de las mujeres tendrán una recaída en los tres primeros años.
La elección del tratamiento a la recaída dependerá del tipo tumoral, de la duración de la respuesta a la primera línea, de las toxicidades presentadas y de agentes utilizados, de la situación clínica y preferencias de la paciente y de la presencia o no de mutaciones en BRCA. La identificación de factores predictores / biomarcadores es vital para ello.
Existen otra serie de tratamientos complementarios a los esquemas de quimioterapia que actúan sobre dianas específicas del crecimiento tumoral y que han demostrado ser beneficiosos en diferentes escenarios del cáncer de ovario avanzado. Una de estas estrategias terapéuticas es el tratamiento antiangiogénico, representado por bevacizumab, que persigue el bloqueo de la formación de nuevos vasos sanguíneos por el tumor para así dificultar su crecimiento.
Por otro lado, aproximadamente un 20% de pacientes presentan mutaciones en BRCA 1 / BRCA 2, ya sea a nivel germinal (en todas las células del cuerpo, hereditarias) o somático (en el tumor, no hereditarias). En el momento actual, existe indicación de realizar un estudio genético en todas las pacientes diagnosticadas de carcinoma de ovario epitelial no-mucinoso, independientemente de la historia familiar. Además, entre un 20-30% de pacientes también presenta alteraciones en el tumor en otros genes implicados en las vías de reparación del ADN.
Estos hallazgos han permitido identificar un grupo de pacientes especialmente sensible a los fármacos inhibidores de PARP (iPARP) ya mencionados, fármacos que han sido desarrollados en diferentes ensayos clínicos en los que han participado pacientes que presentaban o no estas mutaciones mencionadas previamente. Aunque con distinta magnitud de beneficio, los inhibidores de PARP han demostrado beneficios en todos los grupos de pacientes (con o sin mutación), y en diferentes contextos de la enfermedad avanzada. Este descubrimiento ha supuesto un gran avance en el tratamiento de los pacientes con cáncer de ovario. A día de hoy, existen tres fármacos aprobados –olaparib, niraparib y rucaparib–.
Los 3 inhibidores de PARP se encuentran aprobados en nuestro país para la recaída platino sensible de cáncer de ovario. Además, olaparib (con o sin bevacizumab). niraparib y rucaparib están también aprobados en el mantenimiento de primera línea tras finalizar la quimioterapia. Recientemente, en nuestro país se ha incorporado rucaparib a la primera línea de tratamiento de cáncer de ovario avanzado, independiente del perfil genético. El uso de inhibidores de PARP en pacientes portadoras de mutación BRCA tiene un claro impacto en la supervivencia global de estas pacientes.
Además, durante 2023 se comunicaron datos prometedores de estudios de combinación de iPARP con inmunoterapia y con antiangiogénicos, una estrategia de tratamiento especialmente interesante para pacientes sin mutaciones de BRCA o sin déficit de recombinación homóloga, que suelen tener un menor beneficio con los iPARP en monoterapia. Este perfil de pacientes representa el principal reto a vencer en los próximos años.
Otro grupo de fármacos que ha demostrado un gran potencial en tumores de ovario pretratados con platino son los anticuerpos conjugados dirigidos frente al receptor de folato-alfa. El receptor alfa de folato se encuentra sobreexpresado en un alto porcentaje de tumores de ovario y se ha identificado como una potencial nueva diana terapéutica para la que hay en desarrollo actualmente múltiples fármacos, algunos ya en fase III de ensayos clínicos. En 2025 más de 40 ADC están en desarrollo clínico para esta enfermedad.
Es por ello que “En Oncología, cada AVANCE se escribe con Mayúsculas”, queremos resaltar que los pequeños avances –cirugía de la recaída, el empleo de terapias dirigidas– considerados de manera aislada, podrían haber sido considerados de escasa relevancia, pero acumulados entre sí han llevado a cambiar en muchos casos de una manera notable el pronóstico, la supervivencia y la calidad de vida de muchas pacientes, todos ellos objetivos imprescindibles en las pacientes con cáncer de ovario.
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Madrid, 5 de mayo de 2025.- La inmunoterapia y los anticuerpos conjugados han marcado en los últimos años un antes y un después en el tratamiento del cáncer de vejiga, contribuyendo de forma significativa a mejorar el pronóstico y aumentar la supervivencia global de los pacientes. Según el informe Las cifras del cáncer en España 2025, realizado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), se estima que en 2025 se diagnosticarán en España 22.435 nuevos casos de cáncer de vejiga, lo que lo convierte en el décimo tumor más frecuente, considerando ambos sexos.
Sin embargo, su incidencia es notablemente más elevada en varones, en los cuales ocupa el cuarto lugar en frecuencia, con 18.281 casos nuevos que se diagnosticarán durante 2025, en comparación con los 4.154 en mujeres. En cuanto a la mortalidad, es la sexta causa de muerte por cáncer en varones, con 3.570 fallecimientos al año.
La gran mayoría de los tumores se diagnostican en estadios localizados, donde existen opciones de tratamiento con intención curativa. En la enfermedad avanzada o metastásica, los avances terapéuticos de los últimos años han permitido mejorar significativamente la supervivencia de los pacientes.
En el marco de la campaña de comunicación En Oncología cada AVANCE se escribe en Mayúsculas, SEOM da a conocer la evolución y los avances médicos que se han sucedido en estas últimas décadas en el tratamiento de los diferentes tumores, en este caso, del cáncer de vejiga, coincidiendo con el Día Mundial de este tumor que se celebra hoy 5 de mayo.
Factores de riesgo
El tabaco sigue siendo el principal factor de riesgo, responsable de más del 40% de los casos diagnosticados. El tabaco no sólo afecta nuestra vía respiratoria a través del humo, más de 60 productos carcinógenos contenidos en los cigarrillos son absorbidos y eliminados por la orina, afectando en gran medida a las células de la pared de nuestra vía urinaria.
Algunos estudios sugieren también una posible asociación entre la infección por VPH (virus del papiloma humano) y el cáncer de vejiga. Se estima que hasta un 17% de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del VPH de alto riesgo.
Existen otros factores de riesgo, como la exposición ocupacional a algunas sustancias químicas de uso industrial (ciertos metales pesados, tintes y gomas); la exposición a un fármaco llamado ciclofosfamida, que es un tipo de quimioterapia; o la esquistosomiasis, una infección producida por un parásito que suele encontrarse en África y ciertas regiones de América Latina.
Aunque no se ha demostrado de forma clara que la presencia de antecedentes familiares de cáncer de vejiga aumente el riesgo de desarrollar la enfermedad en otros miembros de la misma familia, se recomienda especial atención en pacientes diagnosticados antes de los 60 años.
Biología molecular
Los datos del Proyecto Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) han identificado el carcinoma urotelial como uno de los tipos de tumores con mayor nivel de alteraciones genómicas, y por tanto mayor carga mutacional. Existen diferentes clasificaciones moleculares que, a pesar de sus variaciones, coinciden en dividir los tumores en subtipos basales y luminales, con diferentes implicaciones pronósticas, y potenciales aplicaciones terapéuticas.
Tratamiento
En el carcinoma urotelial músculo-invasivo, el tratamiento de elección es la cistectomía radical con linfadenectomía. Se recomienda el tratamiento neoadyuvante con quimioterapia basada en cisplatino para pacientes con tumores cT2/4N0M0, o como tratamiento adyuvante en pacientes con factores de alto riesgo después de la cistectomía radical (pT3/4 y/o afectación ganglionar). Los regímenes de quimioterapia que pueden emplearse en este escenario son: dosis densas de MVAC (metrotexate, vinblastina, doxorrubicina y cisplatino) o la combinación de cisplatino y gemcitabina.
Además, se puede valorar la preservación de la vejiga empleando lo que se conoce como tratamiento trimodal, que incluye resección transuretral máxima y posterior tratamiento concomitante con quimioterapia y radioterapia, para pacientes seleccionados que no deseen o no puedan someterse a la cirugía.
En 2021, el estudio CheckMate 274 demostró por primera vez el beneficio de la inmunoterapia en el contexto adyuvante. Nivolumab, un anti-PD-1, ha demostrado mejorar la supervivencia libre de enfermedad y la supervivencia global en pacientes con factores de alto riesgo después de la cistectomía radical (pT3/4 y/o afectación ganglionar), que no han recibido tratamiento de quimioterapia neoadyuvante, y no son candidatos (o rechazan) el tratamiento con cisplatino. Asimismo, ha demostrado su eficacia en pacientes que tras un tratamiento neoadyuvante presentan factores de alto riesgo (ypT2/4 y/o afectación ganglionar).
Posteriormente, el estudio AMBASSADOR ha reforzado estos hallazgos al demostrar que pembrolizumab (anti-PD-1) adyuvante también aumenta la supervivencia libre de enfermedad en una población similar, consolidando así el papel de la inmunoterapia como estrategia adyuvante en pacientes de alto riesgo.
De forma más reciente, la inmunoterapia también ha dado el salto al entorno perioperatorio. El estudio NIAGARA ha demostrado que la combinación de durvalumab (anti-PD-L1) con cisplatino/gemcitabina en el contexto neo- y adyuvante aumenta la supervivencia global en comparación con la quimioterapia neoadyuvante sola. Estos resultados posicionan la inmunoterapia como una estrategia fundamental en el abordaje multimodal del carcinoma urotelial localizado.
Enfermedad avanzada: nuevos estándares
Durante los últimos 40 años, el tratamiento de elección para la enfermedad metastásica ha sido la quimioterapia basada en platinos. Sin embargo, en el último año, la inmunoterapia y los anticuerpos conjugados han marcado un antes y un después en el manejo del carcinoma urotelial.
Entre los años 80 y 90, los esquemas basados en cisplatino (MVAC y gemcitabina/cisplatino) demuestran aumento de supervivencia en comparación con monoterapia y otras combinaciones. Dado que el régimen de gemcitabina/cisplatino tiene un perfil de toxicidad más aceptable, es el tratamiento de elección en primera línea de enfermedad metastásica.
Sin embargo, entre el 40-50% de los pacientes con enfermedad metastásica no son elegibles para cisplatino (pacientes “unfit”) y pueden recibir esquemas alternativos con carboplatino.
Desde 2020, avelumab (anti-PD-L1) se convirtió en nuevo estándar como tratamiento de mantenimiento en pacientes cuya enfermedad no progresa tras quimioterapia de primera línea basada en platino, prolongando la supervivencia global. Esto supuso un cambio fundamental en el tratamiento del carcinoma urotelial avanzado.
De forma más reciente, en el último año, se han presentado dos estudios que han demostrado el beneficio de las combinaciones en primera línea, desbancando por primera vez a los esquemas clásicos con cisplatino en este escenario.
El estudio CheckMate 901 ha demostrado que la combinación de nivolumab con cisplatino/gemcitabina ofrece beneficio en la supervivencia global frente a la quimioterapia sola.
Por otra parte, en el estudio EV-302 la combinación de enfortumab vedotina (anticuerpo conjugado frente a nectina-4) y pembrolizumab (anti-PD-1) ha mostrado una mejora significativa en la supervivencia global respecto a la quimioterapia estándar basada en platino.
Segundas y sucesivas líneas
En las segundas y sucesivas líneas de tratamiento, en los últimos años, el abanico de opciones también se ha ampliado notablemente. La inmunoterapia ha demostrado beneficio en pacientes que progresan a una primera línea de quimioterapia basada en platinos.
En 2021, el estudio EV-301 demuestra que enfortumab vedotina ofrece beneficio en la supervivencia global tras fallo a quimioterapia basada en platinos e inmunoterapia.
El estudio THOR ha demostrado que erdafinitb (inhibidor de FGFR 1-4) aumenta la supervivencia global de pacientes que presentan alteraciones en el factor de crecimiento de fibroblastos (FGFR) tras progresión a platinos e inmunoterapia. Estas alteraciones están presentes en alrededor del 20% de los pacientes.
Todos estos fármacos han podido ver la luz gracias a la realización de ensayos clínicos, y a la generosa participación de los pacientes en ellos. En estos avances, ha habido una participación muy significativa de centros españoles. Seguimos creyendo que la mejor opción, en la medida de lo posible, es la participación en ensayos clínicos. Pero, por encima de todo, es necesario que aquellos progresos que muestren beneficios significativos se incorporen de manera equitativa para todos los pacientes, y que el acceso al mejor tratamiento para su enfermedad sea universal.